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xoves, 9 de maio de 2019

NO PRIMEIRO CENTENARIO DE JOSÉ ÍNSUA LÓPEZ, PEPE DA MOTA (III)



Fotografía de Pepe da Mota, ca. 1907
1. Labores da “Sociedad de Obreros” viveirense.


Alén da súa vertente propiamente mutualista e asistencial, resumida na tríade “auxilio, médico e enterro”, a “Sociedad de Obreros” de Viveiro que presidira nos seus primeiros compases o noso tataravó Juan Antonio Ínsua Dorado despregou unha faceta recreativa, educativa e cultural moi relevante no contexto social desa época, da que cómpre falar.

Ademais de crear, coa inestimábel axuda do entón ministro Manuel Becerra[1], a súa propia biblioteca (da que o propio Pepe da Mota sería encargado nalgúns momentos) e de ofrecer aos seus asociados a lectura gratuíta de prensa periódica, a “Sociedad” animou numerosas veladas e bailes no seu local social, fomentou a formación de comparsas de Antroido e a celebración do “Enterro da Sardiña”, constituíu diversos agrupamentos musicais e teatrais amateurs (un Orfeón dirixido por Juan Latorre[2], outro posterior tutelado por Pedro Marco, o grupo musical “Brisas del Landro”, un cadro de declamación animado por Pepe da Mota do que falaremos máis adiante, etc.) e chegou a promover a partir de 1909, en colaboración co Concello, unha Academia de Música tamén dirixida polo mestre Latorre[3].

Así mesmo, a “Sociedad de Obreros” ofertou conferencias dominicais divulgativas, como a que impartiu Emilio Tapia Rivas en 1889 sobre “Consumo personal, El ahorro”[4], as que ofreceron a finais de 1898 varios sacerdotes da bisbarra[5] e a que ditou nese mesmo ano do Desastre o subdiácono e xornalista Jesús Noya González[6].

Con este despregue de iniciativas, a “Sociedad de Obreros” gañou rapidamente a querenza e o respecto de amplos sectores e puido presentar moi axiña balances positivos en todas as ordes, como testemuña a prensa da época:

Dice El Reparador, de Mondoñedo, acerca de la naciente Sociedad de Obreros creada en Vivero: “Hemos recibido carta de un amigo de Vivero, en la que nos participa el floreciente estado de aquella Sociedad de Obreros, cuyos beneficios empezaron ya a notarse.
Dicha sociedad, cuya subsistencia depende de suscripción popular, háse encargado ya de la asistencia de algunos obreros enfermos, y no pocos de los socios que no sabían leer ni escribir adquirieron dentro de la misma lo que por abandono u otras causas no habían aprendido en los primeros años de su vida.
Leen y escriben perfectamente, á pesar de no contar la benéfica sociedad un año de existencia.
Lamenta en su carta el amigo que nos escribió, que el ayuntamiento haya negado en absoluto toda protección á la Sociedad de Obreros, lo que ocasionó general disgusto en la vecina villa[7].

Ao pouco de constituída, sumaba máis dun cento de socios de número e case outros tantos socios e socias protectores[8] e pechaba o seu primeiro exercicio contábel “con un remanente de 570 pesetas, después de cubrir todas las atenciones, incluso el pago de los alquileres de la casa en que está instalada”[9].

Agora ben, talvez a súa iniciativa de máis ambicioso empeño fose a posta en marcha xa no curso 1888/89 de clases nocturnas para a alfabetización do elemento proletario, da que se beneficiaron non poucos socios, incluídos os seus fillos de entre 8 e 15 anos de idade:

Cada día reina más animación en las escuelas de la Sociedad de Obreros de Vivero. Todas las noches concurre gran número de socios á recibir la instrucción elemental que, desde 1º del mes pasado, les facilita aquel importantísimo centro[10].

No curso 1890/91 continuaron as clases nocturnas de primeiro ensino a cargo dos mestres Gerónimo Mosquera e Amador Fernández[11], mais a insuficiencia de espazo do local do antigo convento de San Francisco usado a tal fin para atender toda a demanda de prazas existente fixo que os directivos da entidade se dirixisen ás autoridades municipais nos seguintes termos:

La sociedad de obreros de Vivero, ha dirigido al ayuntamiento de aquel pueblo una solicitud en la que, con razones poderosas, pide la traslación de la Escuela nocturna de adultos, del local de San Francisco en donde está instalada la Escuela pública de niños, al edificio de la Sociedad, á cuyo efecto ofrece su amplio salón de actos[12].

Con altibaixos, esa oferta educativa dirixida ás clases traballadoras alargouse durante os lustros seguintes (en 1916 o mestre encargado de impartilas era Alejo Corral González, mentres en 1917 impartía nocións de debuxo o presbítero Manuel Fernández Mosteiro) e na colección do xornal galaico-arxentino El Correo de Galicia puidemos ler emotivas crónicas como a seguinte, de 1928, pola que desfila entre moitos outros o nome dun dos factótums imprescindíbeis durante moitos anos do propio semanario El Heraldo de Vivero que acolleu orixinariamente estas humildes liñas, Luís Neira Río:

Vivero. En la Sociedad de Obreros.
Acto muy simpático y alentador fué el celebrado en la casa social de la benemérita “Sociedad de Obreros” vivariense como terminación del curso de clases nocturnas costeadas por el constante protector de las clases desvalidas, señor don Melitón Cortiñas Rodríguez, en favor de los niños pobres de la localidad. Dichas clases estuvieron siempre concurridísimas, pues los profesores D. Ángel Chao Ledo, virtuoso e ilustre presbítero, y D. Prudencio Bermúdez Rego, de ya probada competencia, supieron atraerse los pequeños alumnos, haciéndoles grata su asistencia a la Escuela de la Sociedad. Y no olvidando el filántropo señor Cortinas, atender al cuerpo al mismo tiempo que al espíritu, todos los sábados, por cuenta de aquél, eran obsequiados los niños con bollos que les sabían a gloria después de dos horas de aplicación.
Los exámenes a que aludimos constituyeron, no sólo un acto muy simpático y muy alentador, como al principio decimos, sino también un honroso éxito para los señores profesores que en laudable interés se consagraron a la instrucción de sus alumnos y a secundar puntualmente las excelentes intenciones del creador y sostenedor de dicha Escuela y de la Ilma. “Sociedad de Obreros”.
Con medalla y diploma de Sobresaliente fueron galardonadas José Otero González, Juan Salgado Rodríguez, Faustino Eiroá Labandeira y Luis Timiraos Cervo. Con diploma y calificación de Notable: Manuel Fernández Cerco, Jesús Ríos, Antonio Grandío Polo y José Rego Fernández. Con diploma y nota de Aprobado: Juan Rodríguez Cociña, Juan Pasarón Pena, Luis Neira Ríos [sic] y Antonio Suazo. Y con mención honorífica, los demás alumnos hasta setenta y cinco. Tanto los diplomas como las medallas eran de verdadero gusto artístico, siendo obsequio de la “'Sociedad da Obreros”.
Constituyeron el Jurado y tribunal de exámenes, además de los señores don José Núñez Rodríguez, presidente de la sociedad, D. Manuel Tojo Rodríguez, contador, don Manuel Díaz Amado, secretario, y D. Julián Hernández, vicesecretario, los señores D. Jesús Antas Díaz, inteligente oficial primero habilitado del Registro de la Propiedad y ex concejal corporativo por la indicada sociedad y el secretario del Ayuntamiento  D. José Antonio Pernas Peón.
Después de una brillante disertación al alcance de los niños pronunciada por el profesor D. Ángel Chao Ledo dándoles sanos consejos para la vida y para conseguir la felicidad postrera, todos los alumnos fueron espléndidamente obsequiados con dulces y licores, costeados por los señores Antas Díaz y Pernas Peón, y con bollos e higos a la salida, costeados por la sociedad. El presbítero profesor D. Ángel Chao obsequió también á sus discípulos con hermosas estampitas religiosas como recuerdo de su convivencia escolar. […][13]
  
2. Logros e amarguras de Ínsua Dorado á fronte da “Sociedad de Obreros”



Durante o seu mandato presidencial da “Sociedad de Obreros”, alén de representar a entidade no acto de colocación da primeira pedra do monumento a Pastor Díaz na Praza Maior, o 16 de xullo de 1890, e de promover nesas mesmas datas a celebración dunha velada músico-literario-teatral no Caixón dos figos en honra do autor da “Alborada”, o noso tataravó Juan Antonio Ínsua Dorado veuse envolto nalgún episodio desagradábel que desembocou na expulsión dalgún asociado e na celebración dun acto de conciliación no xulgado, do que deu conta así El Vivariense:

El viernes próximo pasado, se celebró acto de conciliación entre D. Juan A. Insua Dorado presidente de la Sociedad de Obreros, y D. Vicente Leal ex-socio de la misma, por creer este Sr. que la junta general no tenía bastantes facultades para expulsarle.
¡Pobre Rafael, entre que manos te veo metido![14]

Deitan algunha luz sobre a índole dos problemas que levaron a esa situación anotada algúns soltos inseridos polo propio semanario liberal días máis tarde. Nun deles aclara:

Se acercaron á nuestra redacción varios individuos de la Sociedad de Obreros lamentándose de que la autoridad local tenga que intervenir, por disposición del Sr. Gobernador, en asuntos de orden interior de la misma.
Parece que algunos socios que fueron expulsados de ella por justos motivos, acudieron á dicha Superioridad, á fin de conseguir el reingreso; y lo cierto es que desde que dejaron de serlo, se goza allí de tranquilidad completa.
Hay que dar cuenta de tales individuos; porque el fin que se proponen es trastornarlo todo, ya que no les sea posible monopolizar en provecho suyo los intereses de la sociedad[15].

Noutro “solto” posterior, o mesmo semanario reflicte o clima de animadversión dos socios obxecto de expulsión contra o presidente da entidade mutualista e arrendatario do teatro viveirense, animadversión que se traduciu polo que parece nunha “campaña de desprestixio” arredor do presunto mal estado do citado edificio teatral:

Hay quien dice si la poca concurrencia al teatro, será debida á la calumnia que propalaron ciertos individuos, de que el estado de este edificio es ruinoso.
A depender de esto, los actores de tan linda azaña [sic] merecerían un grillete[16].

Nun terceiro texto relacionado co asunto, El Vivariense relata:

No nos ocupamos del alboroto que tuvo lugar el día 21 en el teatro de esta villa, porque consideramos que el infeliz ajumao que le provocó, obraría quizás sugerido por los que le pusieron en aquel estado, y además por la compasión que nos causó el ver que se había lastimado en la cara aunque con eso se cumpliese el adagio gallego que dice “Quen ten a lengua dura que teña a costela dura”.
Si la Guardia Civil viera el escándalo que aquel desgraciado promovió, tenemos la seguridad que no le dejaría continuar tanto tiempo, siendo objeto de la atención general, sinó que lo echaría del local ó le conduciría á la cárcel[17].

E aínda nun cuarto comentario, o semanario desvela algunhas claves máis para comprendermos as desavinzas que estaban no fondo desa “campaña” que colocara Ínsua Dorado en canto presidente da “Sociedad de Obreros” no centro do furacán:

Copia; y comenta muy bien nuestro estimado colega El Reparador de Mondoñedo:
“Nuestro apreciable colega El Eco de Vivero quiere y no quiere que el hermoso teatro construido en aquella villa reúna condiciones de seguridad.
El salón, dice nuestro colega, “hoy por hoy reúne garantías de seguridad, pero, por vía de precaución sería conveniente asegurar con tirantes de hierro las tigeras que sostienen la techumbre”.
¿El que construyó el teatro de Vivero es presidente de la Sociedad de Obreros vivariense?
Comprendemos el tira y afloja de El Eco y también el hoy por hoy de la seguridad.
Si es, ó no es mentira
Lo debemos comprender
Pues el afloja y tira
De El Eco nos hace ver
La intención en que se inspira[18].

Fotografía de Pepe da Mota, ca. 1910
No proceso de elección de nova directiva vivido na entidade o 31 de decembro de 1890, Juan Antonio Ínsua Dorado deixou paso na presidencia a Rafael Galdo, que rexentaba un comercio de xastrería. Así e todo, algún tempo despois, na renovación efectuada pola “Sociedad" o día 5 de xaneiro de 1894, o pai de Pepe da Mota volveu a formar parte do elenco directivo, desta voz en calidade de vicepresidente. Acompañábano Celso Varela Arizaga (presidente), Antonio Martínez (contador), José Mª Quelle (tesoureiro), Francisco Fernández Regal (secretario), José González (bibliotecario) e os vocais Francisco Canosa Leal, Epifanio Ferro, Benigno Vázquez e José Casal Cora[19].

Finalmente, o día 2 de xaneiro de 1895, Ínsua Dorado cesaría no desempeño desa responsabilidade, asumida a partir de entón polo tamén carpinteiro de oficio Juan Eiroá, co futuro alcalde José Marqués González como presidente; José Rodríguez Teijeiro como contador; Esteban Alonso como tesoureiro; Andrés Vázquez Guerrero como secretario; Román Alonso como bibliotecario; José Sampedro, Vicente Fernández Chao, José González e Ramón Alonso como vocais e Francisco Antas, Francisco Peláez, Rosendo Ladra e Manuel Gómez como suplentes. No balance de contas presentado pola directiva saínte, o remanente favorábel á entidade elevábase á notoria cantidade de 2.161,25 pesetas[20].

Entre os proxectos desa nova directiva figurou a organización para agosto dese mesmo ano de 1895 dun magno Certame Artístico[21] e chegou a constituírse unha amplísima comisión organizadora, baixo a presidencia honoraria de Vicente Martínez Bande, Ramón Rebellón Zubiri, Urbano de Bedia, Emilio Collazo, José A. Parga Sanjurjo, José María Pillado e Amando Osorio Bolaño, con Pedro Manuel Trobo como presidente efectivo e o concurso doutros destacados membros da oligocracia funcionaria, empresarial, financeira e comercial do Viveiro desa época[22]. Ata onde sabemos, porén, tal evento non chegou a realizarse. O subdiácono e redactor de El Eco de Vivero Jesús Noya responsabilizaría directamente a “Sociedade de Obreros” dese fracaso, pois, ao seu ver, “por lo visto consumió su actividad en la organización de entierros de la sardina[23].

3. Outras facetas salientables do pai de Pepe da Mota

Non ficaría completo o sintético retrato do popular Tío Novenas que viñemos ofrecendo se non aludísemos, canda o seu rol directivo na “Sociedad de Obreros” e a súa xerencia da Casa-Teatro, a algunhas outras facetas que desenvolveu no Viveiro do seu tempo.

Foi, sen irmos máis lonxe, un dos promotores principais da célebre comparsa antroideira e festiva dos “Armantes”, impulsada entre 1872 e 1882 canda Vicente Sergio López Carril, Joaquín Ávila Acebedo (Quinco), Manuel Sampedro López, Francisco Fernández Suárez (Paquillo), Víctor Donapetry Iribarnegaray, Romualdo Real, José Acebedo Caballero, Juan Basanta (a) Xabán, Manuel Vicente Castañer e Francisco Terrón (a) Beiser. As iniciativas e alburgadas deste agrupamento foron glosadas polo cronista Juan Donapetry no Libro-Programa das festas patronais de 1955 e noutro fermoso artigo en 1992 polo noso chorado amigo o doutor Fausto Galdo Fernández[24]. Foi sona no Viveiro de finais do século XIX, como sinala o autor da Historia de Vivero y su Concejo, que

No hubo diversión, no hubo fiesta, no hubo acontecimiento en Vivero en que los Armantes no desempeñaran el principal papel; organizaron manifestaciones patrióticas y comparsas carnavalescas, dieron serenatas, actuaron en representaciones teatrales, pronunciaron discursos, leyeron poesías, formaron una orquesta para dar mayor esplendor a varios actos religiosos y profanos […] y celebraron animados banquetes.

Tamén figurou Ínsua Dorado, canda o impresor Botino, o ebanista Manuel Taboleteiro e o escribán Sergio López Carril, por exemplo, entre os asiduos, pouco frugais e nada abstemios visitantes da caseta de Cipriano García, pai do poeta Alfredo García Dóriga, coñecida co nome de “O Bosque”. Segundo relatou co seu habitual sentido do humor Ramón Canosa, aconteceu que en certa ocasión o dono desa caseta, en sinal de agradecemento pola axuda emprestada á goleta británica Storm, recibiu un lote de bebidas. Entón

se nombró depositario sin fianza a José [sic] Antonio Insua y como nadie había de distinguir lo que eran arakés, marrasquinos, suaps, vespetros ni pérsicos, se acordó someter la partida a una simplista clasificación. A un lado, bajo la titulación de “con palleiro”, las botellas que traían cubierta de paja, y al otro, bajo la enseña, “sin palleiro”, las que venían desnudas. Los efectos de las primeras debieron ser tan enérgicos que en el vocabulario popular quedó una frase para indicar que una persona se excedió en sus libaciones, pues aún hoy se oye decir: “Leva un palleiro que non se lambe”[25].

En setembro de 1894, o Tío Novenas resultou elixido membro do xurado popular, polo sector de “cabezas de familia”, que tivo que intervir na Audiencia Provincial de Lugo na causa instruída contra o ex alcalde de Viveiro José Sánchez Marroquín por delitos de “cohecho y malversación”[26]. Volvería ter que desempeñar ese papel no 1900, para intervir na mesma Audiencia antecitada nas causas instruídas contra José García, por falsidade, e José Cortiñas Gato, por homicidio[27].

En xullo de 1895, Ínsua Dorado aparece como un dos numerosísimos doantes na colecta que se organizou en Viveiro para “aliviar la desgraciada suerte de las familias de los náufragos que perecieron en esta ría el día 18 de Junio último”[28].

Na sesión municipal do 15 de abril de 1896, convocada para tratar da elección de medios para facer efectivo o encabezamento do distrito con Facenda (ou sexa, a recadación de consumos) nomeouse unha xunta de asociados, que estivo composta, entre outros, polo noso tataravó[29].

Non podemos concretar en que ano deixou o Tío Novenas o arrendo do “Caixón dos figos”, aínda que imaxinamos que debeu de ser máis ou menos pola mesma época en que o seu fillo José trasladou o gabinete fotográfico para a Avenida de Cervantes. Cónstanos, iso si, que o célebre coliseo continuou sendo arrendado polo Concello durante algún tempo máis, se ben convertido xa na práctica nunha sala de proxeccións cinematográficas, principalmente[30]. En setembro de 1915, o alcalde José Marqués adxudicou o arrendo da Casa-Teatro a Manuel Rivera Vázquez pola cantidade de 1.812 pesetas anuais, en detrimento das ofertas presentadas por outros aspirantes[31].

O noso tataravó faleceu finalmente o 7 de xuño de 1917, dentro dun ciclo de desgrazas familiares verdadeiramente tráxico que envolveu a súa estirpe nos meses seguintes, como logo veremos. O semanario El Heraldo de Vivero fíxose eco da triste nova[32] e Pro-Neutralidad dedicou ao finado estas liñas necrolóxicas:

El día 7 del actual, tras breve enfermedad, dejó de existir nuestro estimado convecino D. Juan Antonio Insua Dorado.
Era el finado persona a quien todos estimaban por las condiciones de su carácter afectuoso y bueno.
Fué maestro de obras, y de él se dijo que había sido el más competente de su tiempo.
Presidió la “Sociedad de Obreros”, de la que fuera uno de los fundadores, y a pesar de que le tocó a regentarla en una época de disidencias y revueltas, supo con su carácter e inteligencia pacificarla y elevarla a buena altura.
Actualmente era hermano discreto de la V.O.T. […]
Murió como buen cristiano, rodeado de sus hijos y nietos […][33].

       4. Un talento feminino que ficou escurecido: Celia Ínsua López

Entre os varios irmaos e irmás que tivo Pepe da Mota (Carmen, Lola, Rosario,….) cabe que singularicemos especialmente dous, tanto pola vea artística que amosaron como pola influencia grande e directa que, sen dúbida, exerceron sobre o seu talento e a súa propia personalidade: Celia e Laureano.

Celia Ínsua López (1875-1907) representa, sen lugar a dúbidas, un dos nomes femininos máis relevantes na historia da fotografía galega e desde logo a máxima celebridade a nivel local nese campo, mais, como aconteceu tantas veces ata épocas ben recentes cos méritos e valía das mulleres, ficou un tanto oculta no seu brillo pola maior atención emprestada aos elementos masculinos da súa familia e pola súa propia morte en agraz, cando apenas superara a trintena de anos[34].

Fotografía de Pepe da Mota, ca. 1910
Resúltanos plausíbel pensar, neste sentido, que unha parte da boa sona artística que acadaron seus irmaos Laureano, primeiro, e José, despois, estea relacionada moi directamente co talento e bo facer como profesional de Celia na arte fotográfica, nomeadamente como retratista de persoas e grupos. É indiscutíbel que foi ela quen pouco tempo despois da morte tamén precoz de Laureano en 1891, e con tan só dezaoito anos feitos, se fixo cargo por enteiro e con pericia contrastada do obradoiro fotográfico familiar na Casa-Teatro da Porta da Vila e quen, desde entón e ata o seu temperán pasamento en 1907, formou no día a día o espléndido saber facer de seu irmao Pepe da Mota, dous anos máis novo ca ela.

Morto Laureano, foi Celia, efectivamente, quen se lanzou á aventura de intentar manter o taller e negocio fotográfico inaugurado por aquel. Para iso non dubidou en marchar á Coruña durante algunhas tempadas, concretamente en 1892 e logo en 1895, para acabar de formarse e aprender novas técnicas. Da primeira vez que regresou dese período formativo na cidade herculina, en novembro de 1892, inseriu en El Vivariense o seguinte reclamo publicitario, que, lido a contrario, deixa abesullar os dous problemas básicos de reticencias na hipotética clientela que as persoas dedicadas á fotografía coma ela debían entón vencer, isto é, a pouca calidade habitual dos produtos ofrecidos e o seu prezo aínda bastante prohibitivo para a humilde economía de moitas familias:

Gabinete fotográfico de Celia Insua López
Casa-Teatro. Vivero.
Después de pasar en la Coruña una gran temporada para perfeccionar se en el arte que profesa, con uno de los mejores fotógrafos, ofrece al ilustrado público de Vivero sus servicios, con la convicción de que quedará satisfecho, tanto del esmero con que lleva á cabo sus obras, como de la equidad de los precios.

O citado semanario amosou sistematicamente na súa derradeira plana, en todos os exemplares correspondentes aos anos 1894, 1895, 1896 e 1897, o seguinte anuncio, que, dentro dos parámetros publicitarios daquel tempo, ben máis ampulosos e retóricos que os de agora, desde logo, compendia moi ben os atractivos (baratura, calidade, modernidade…) que Celia desexaba imprimir ao seu labor:

Gabinete fotográfico de Celia Insua López
Casa-Teatro. Vivero.
Esta distinguida artista, tan conocida por el mérito de sus trabajos, participa á sus favorecedores que en adelante serán más perfectos aún, gracias á las modificaciones importantes que ha hecho en su gabinete. Al manifestarlo así, tiene la seguridad de que cuantos se retraten saldrán muy complacidos, pues á la esmerada fotografía seguirá unida la baratura.

Por entremedias, Celia volveu en 1895 á Coruña para ampliar os seus coñecementos técnicos na arte fotográfica da man de Enrique Ferreiro Bello, antigo militante do republicanismo federal herculino que roldaba nesa altura os cincuenta anos de idade e tiña o seu gabinete no número 19 da rúa do Orzán. Esa estadía, ponderaba o semanario El Vivariense, era “circunstancia que, entre otras ventajas, le reporta la de poder ofrecer á su numerosa clientela una gran rebaja en los precios”[35].

Cando Celia fixo esta segunda estadía formativa na cidade herculina, debía de ter xa como axudante na galería a seu irmao José, que pouco a pouco foi adquirindo habilidades moi importantes na técnica do fotografado. O certo é que en aplicación da lóxica patriarcal ou machista tan arraigada naquel tempo ou porque a saúde de Celia pronto se vise afectada polo mal que acabou por levala á tumba, ou por ambas razóns ao mesmo tempo, Pepe da Mota comezou a intercambiar os roles coa súa irmá no seo do negocio. Así, mentres nun comezo el atendía o mostrador da tenda entanto Celia retrataba e revelaba, despois el facía saídas e mesmo se desprazaba a outras localidades limítrofes a Viveiro para ofrecer os seus servizos en festas, feiras e efemérides de todo tipo, ficando Celia ao coidado da tenda e do laboratorio.

Un intento de Pepe da Mota de ingresar na burocracia municipal, do que temos testemuño datado en 1898, en tempos da guerra de Cuba[36], resultou abocado ao fracaso por motivos que se nos escapan, de maneira que o mozo acabou por ter claro que o seu futuro económico e profesional pasaba polo exercicio da arte na que lle abriran camiño os seus irmaos Laureano e Celia. E así o fixo. Por volta do ano 1900, Celia deixou de traballar a fotografía e o seu local pasou a propiedade dunha nova sociedade fotográfica participada por seu irmao José Ínsua e polo fotógrafo ferrolán Saavedra, que imprimiu en maio de 1901 unha folla voandeira na que, chufando os seus “modernos aparatos”, ponderando a baratura dos seus prezos e prometendo poder facer “toda clase de retratos, ampliaciones, reproducciones y fotominiaturas en papeles brillantes ó de bonitos mates”, animaba ao público viveirense “¡A retratarse bien y barato!”.

Remataremos esta aproximación, que ben sabemos resulta a todas luces escasa e insuficiente, á figura da fotógrafa viveirense Celia Ínsua López dicindo que sen chegar a adquirir o protagonismo do seu irmao Pepe na vida social e lúdica viveirense de entre séculos, non deixou de poñer o seu pequeno grao de area no devir comunal da época, con actitudes solidarias como contribuír economicamente á colecta realizada en favor das familias de catro mariñeiros perecidos nun naufraxio na nosa ría[37] o 21 de outubro de 1897.
 
      5. Unha carreira artística truncada en agraz: Laureano Ínsua López

Doutro irmao de Pepe da Mota que tamén brillou no eido das belas artes, Laureano, escribe Juan Donapetry na súa imprescindíbel Historia de Vivero y su Concejo (1953: 477):

Vió la luz primera el año 1863 y fueron sus padres el laborioso maestro carpintero don Juan Antonio Insua Dorado y doña Antonia López [Ponte].
Aprendió el oficio que ejercía su progenitor y desde la niñez mostró gran afición al dibujo y a la pintura. Emigró a la República Argentina, en donde estableció un estudio, dedicándose a la pintura y decorado; pero, a causa de una enfermedad que lo llevó al sepulcro, regresó a Vivero, donde continuó cultivando su arte y la fotografía.
Se deben a este malogrado artista varios retratos al óleo, entre ellos uno de Ramón Díaz Freijo, y las obras de decorado del antiguo Teatro de Vivero, con sus decoraciones, el telón de boca y los medallones que representaban a ilustres dramaturgos y a Pastor Díaz.
Expiró el 30 de Agosto de 1891.

Pola súa vez, na súa Historia de Vivero (1988: 284), Chao Espina anota:

Su talento y disposiciones para el dibujo, la pintura, la decoración y la fotografía le hicieron un experto. Emigrado a la Argentina, pronto enfermó y tuvo que regresar a Vivero, donde dejó algo de su obra.

E o doutor Fausto Galdo, no seu imprescindíbel Pintura y pintores de Viveiro (1992: 33), compendia:

El teatro viejo fue decorado por el joven pintor Laureano Ínsua López, hijo del empresario, con unos artísticos medallones con las efigies de Pastor Díaz, Zorrilla, Lope de Vega, Calderón de la Barca, López de Ayala y Quevedo, también este año le hizo un retrato al célebre médico Díaz Freijo que se expuso a la curiosidad pública en un comercio de la “calle de abajo” con notable éxito, decoró el “Círculo de Vivero” con motivos arabescos, decoró la capilla del Hospital y el Oratorio de los inevitables López Vilar en su casa de la plaza, emigró a la Argentina, tuvo un estudio de pintura, al parecer con fortuna pero se vio obligado a regresar por causa de la Tuberculosis que le llevó á la tumba al año siguiente, fue el primer fotógrafo que se estableció en Vivero según Carlos Nuevo. Al fallecer en 1891 contaba 28 años.

Laureano Ínsua aprendeu as primeiras letras na escola pública viveirense, “distinguiéndose por su aplicación y afabilidad”, segundo deixou testemuñado o seu grande amigo e redactor de El Vivariense José Antonio García Meitín, mais as humildes condicións económicas familiares impedíronlle continuar estudos, aínda que non por iso afogou a súa vocación artística, máis ben ao contrario. En palabras do citado García Meitín:

Deseaban sus padres dedicarle á una carrera científica, al ver su mucha aplicación y privilegiada inteligencia; pero, la numerosa prole con que contaban y la escasez de recursos, les hizo desistir de su propósito, y determinaron que aprendiese el oficio de carpintero que ejercía el autor de sus días.
No era mucho del agrado del niño Laureano el labrar madera, ni manejar la sierra y la garlopa, gustándole más gastar los lápices del taller en dibujar las paredes que en el uso á que estaban destinados; ni las riñas, ni los ligeros castigos que le imponían fueron suficientes para corregirle de su desmedida afición, empleando el escasísimo dinero que podía agenciarse en pinceles y pinturas, los que guardaba como si fueran un gran tesoro[38].

En moi pouco tempo, Laureano superou en pericia artística a seu propio pai á hora de encargarse das decoracións, frisos e elección de cores nas obras de construción, carpintería e estucado en que participaban. Ao cumprir os 20 anos, albergou a esperanza de poder marchar a algunha cidade española de primeira orde “y estudiar los grandes modelos, ya que nunca lograría reunir lo suficiente para pagar buenos maestros”, mais os seus afáns víronse frustrados e de aí naceu a súa decisión de emigrar á Arxentina. Conta García Meitín, neste senso, que

la suerte le fué adversa en todo cuanto emprendió; harto de pelear con toda clase de obstáculos, y minada su salud con tantos trabajos y contratiempos decidió marcharse á la República Argentina, á la que llegó exhausto de recursos, pero no de deseos y ambición de gloria. Allí tuvo que luchar nuevamente con todo género de adversidades […][39].

Ao pouco de chegar a Bos Aires, o pintor viveirense integrouse como aprendiz nos círculos de artistas da colonia italiana e un ano despois logrou abrir o seu propio estudio, na compaña doutro mozo galego, “encargándose a la vez de retratar al óleo y decorar habitaciones”. No entanto, enfermou de tise e veuse obrigado a regresar a Viveiro, onde despregou unha intensa actividade artística, que o seu amigo García Meitín refire nestes termos:

Ansioso de curarse regresó á su patria, y en vez de atender á reponer su quebrantada salud, se dedicó con una actividad febril al desempeño de su profesión.
El decorado del teatro, llama la atención á todo el que le visita; el salón de baile del Círculo de Vivero es un bello modelo de estilo árabe, las Capillas del Hospital de la Caridad, la de los López Vilar y otras muchas casas particulares, acreditan su buen gusto y rica fantasía para la combinación de colores.
No descuidaba por eso los retratos al óleo y lápiz, robando las horas al descanso para leer las obras de los autores más afamados con el objeto de ilustrarse y progresar en el divino arte[40].

No verao de 1890, efectivamente, un ano antes do seu falecemento, Laureano Ínsua afrontou os traballos de decoración do “Caixón dos figos”. O semanario liberal El Vivariense gababa da seguinte maneira o resultado final deses labores artísticos:

Varios jóvenes de esta localidad han determinado dar un baile el día de hoy en el salón del Teatro de esta villa, que se halla decorado con elegancia y exquisito gusto; habiendo el hijo del empresario recuadrado el palco principal, luciendo en los entrepaños los bustos pintados al óleo del eminente estadista y poeta hijo de este pueblo D. Nicomedes Pastor Díaz, del laureado Cantor de Granada, D. José Zorrilla, del autor del Hombre de estado y del Tejado de vidrio don Abelardo López de Ayala, del egregio y fecundo autor dramático don José Echegaray, del gran dramaturgo español Calderón de la Barca, del fenis [sic] de los ingenios españoles López [sic] de Vega y el del popular y satírico Quevedo.
No elogiamos la corrección y exactitud y colorido de estos retratos, porque el público puede juzgar por si mismo su belleza que excede á cuanto podíamos aguardar del picel de un aficionado, que tanto promete.
Todo esto nos hace esperar que el baile de la noche esté concurridísimo, honrándole con su presencia las bellas forasteras, en obsequio de las cuales se celebra[41].

Na posterior crónica que fixo dese baile, Jorge Casia (=José Antonio García Meitín), ademais de enumerar as forasteiras concorrentes e describir con detalle as súas indumentarias, achegou esta nova avaliación do traballo do artista viveirense, bo amigo seu:

Penetramos en el salón, que presentaba un magnífico aspecto, no por hallarse cuajado de terciopelo y joyas de rico valor, pero si por las medias tintas que le decoran resaltando el granate de los antepechos y los bustos que se destacan en los entrepaños, pareciendo que quieren abandonar sus dorados marcos, haciendo resaltar las bugías la belleza de las alegorías pintadas sobre el escenario, causando estrañeza que tan novel pintor, como es D. Laureano Insua, hallase en su paleta colores capaces de producir tan fantásticos efectos[42].

Que a saúde do artista xa non era boa nesa altura pono de manifesto o feito de que marchase en setembro dese ano de 1890 a tomar as augas ao balneario de Las Caldas, preto de Uvieu[43]. Aínda así, ao seu regreso, confeccionou e expuxo unha das súas obras máis famosas, como testemuña El Vivariense deste xeito:

El pintor D. Laureano Insua expuso en el escaparate del comercio de Dª Carmen Quintana un retrato al óleo de nuestro amigo D. Ramón Díaz Freijo, el que al decir de los inteligentes es una obra acabada del arte, llamando mucho la atención por el módico precio que exige por su trabajo el autor[44].

Cando se produza o pasamento de Laureano, vítima da tuberculose, á idade de 28 anos, El Vivariense dará así a infausta nova:

D.E.P. A las tres y media de la madrugada de hoy pasó á mejor vida nuestro querido amigo D. Laureano Insua López. Con su muerte se ha malogrado un gran artista, un buen amigo y un modelo de buenos hijos.
Su pérdida habrá de ser muy sentida; y nos asociamos al profundo dolor que aqueja á su cariñosa familia[45].

O daquela presidente do Comité Republicano Progresista de Viveiro, José Antonio García Meitín (Jorge Casia)[46], amigo seu desde a máis tenra infancia, dedicaralle no semanario citado, do que era redactor habitual, un sentido artigo necrolóxico co título de “¡Pobre Laureano!”[47], ao que pertencen estes fragmentos:

Últimamente cultivó con gran acierto la fotografía; casi exánime, subía todos los días á la galería para perfeccionarse en los diferentes métodos que se conocen.
¡Con qué pena le veíamos estos días caminar con pasos vacilantes, prodigándonos esas sonrisas melancólicas que presagian un pronto fin en la terrible enfermedad que padecía, y formar miles de proyectos para el porvenir!... El día mismo en que la despiadada Parca cortó el hilo de su existencia, hizo que su padre le fotografiase, burlándose aun, con su acostumbrado gracejo, de la torpeza con que manejaba los aparatos[48].

Non resulta difícil imaxinar o impacto doloroso que a perda de seu irmao máis vello debeu de ter no daquela mozo de tan só 14 anos de idade Pepe da Mota



[1] No seu exemplar de 7 de marzo de 1889 (núm. 1.633), o diario El Regional, de Lugo, informaba os seus lectores, tomando como fonte El Eco de Vivero: “El Presidente de la Sociedad de Obreros ha recibido,  por conducto del diputado provincial, Sr. D. Pedro Manuel Trobo, una comunicación de la Dirección de Instrucción pública, acompañada de un atonto B. L. M. del Excmo. Sr. Ministro de Ultramar, don Manuel Becerra, en la que se le participa que ha sido concedida á la citada sociedad una biblioteca popular. Felicitamos á la Sociedad de Obreros, por el importantísimo donativo con que ha sido agraciada; y en nombre de los Obreros de Vivero damos las gracias á los expresados señores, y á todos los que, como ellos, han gestionado eficazmente hasta obtener tan feliz éxito”.


[2] Cf. El Lucense, núm. 1.364, 30.4.1889, p. 2: “Algunos entusiastas jóvenes de esta localidad, secundados por la Junta directiva de la Sociedad de Obreros, tratan de organizar un orfeón, contando para ello con el concurso artístico del inteligente profesor D. Juan Latorre, director de la banda municipal. Celebraremos que se realice el pensamiento”. Os ensaios dese agrupamento músico-vocal comezaron na primavera de 1889 no propio local social da entidade (Cf. El Lucense, núm. 1.376, 14.5.1889, p. 2) e produciron o lóxico recoñecemento desta cara aos seus principais animadores: “En la junta general celebrada por la Sociedad de Obreros de Vivero en fin del último trimestre, fueron nombrados, por unanimidad, socios de mérito, nuestro amigo D. Juan Latorre y D. Miguel Peiró, por los importantes servicios que prestan en obsequio del Orfeón que sostiene aquella importante Sociedad” (Cf. El Regional, Lugo, núm. 1.978, 17.7.1889, p. 2).

[3] En El Regional, de Lugo (núm. 8.599, 20.1.1909, p. 2) infórmase de que “costeada por el Municipio de Vivero se abrió en el salón de la Sociedad de Obreros una Academia de música, dirigida por el veterano y competente maestro, nuestro paisano D. Juan Latorre. En ella recibirán educación musical gratuita cuantos jóvenes lo deseen, si bien será de cuenta de éstos la adquisición del material de enseñanza”.

[4] Cf. Galicia Moderna, Habana, Ano V, nº 200, 3.3.1889.

[5] Así o cura ecónomo Gervasio Lamas (Cf. El Lucense, núm. 4.145, 16.11.1898, p. 2), o cura párroco de Galdo Villar Ron, o de Chavín, Trobo, e o vigairo das monxas e ecónomo da igrexa de Santa María de Viveiro Manuel Froilán López Vilar (Cf. El Lucense, 20.12.1898, p. 2).

[6] Cf. La Idea Moderna, Lugo, núm. 2.420, 21.12.1898, p. 3.

[7] Cf. El Eco de Galicia, Lugo, núm. 1.011, 14.9.1889, p. 3.

[8] Lemos en El Regional de Lugo (núm. 1.666, 10.4.1889, p. 2): “La Sociedad de Obreros, en Junta general de 2 del corriente, ha nombrado Presidente honorario al Sr. D. Manuel Becerra, por haber conseguido del Ministerio de Fomento una biblioteca popular para la misma; y socios de mérito á los Sres. Trobo y Río Leal por sus gestiones sobre el mismo objeto, y á los encargados de la enseñanza, durante el pasado invierno, señores Rodríguez, Cordido, Álvarez Moas; así como también á D. Eusebio Lorenzo, que, como el Sr. Cordido, es médico gratuito de la Sociedad. También acordó dar las gracias á D. Francisco Paulino Moas, de Barcelona, por haber remitido, por conducto del Sr. Alcalde de esta villa y con destino al citado centro de obreros, una preciosa obra en tres tomos, ilustrada con 500 grabados y lujosamente encuadernada, que se titula El Carpintero Moderno. La Sociedad de Obreros cuenta en la actualidad coa 126 socios de número y 103 protectores, figurando entre los últimos considerable número de señoras, que desde el primer momento se asociaron á la filantrópica obra de socorrer ó instruir al obrero, exclusivos fines que persigue aquel centro”.

[9] Cf. El Regional, Lugo, núm. 1.978, 17.7.1889, p. 2.

[10] Cf. Galicia Moderna, Habana, Ano V, nº 200, 3.3.1889.

[11] Cf. El Regional, Lugo, núm. 2.362, 1.10.1890, p. 2 e El Regional, Lugo, núm. 2.368, 8.10.1890, p. 2.

[12] Cf. El Norte de Galicia, Lugo, núm. 522, 28.10.1902, p. 2.

[13] Cf. El Correo de Galicia, Bos Aires, núm. 1.160, 15.4.1928, p. 7.

[14] Cf. El Vivariense, núm. 12, 24.8.1890, p. 3. O Rafael aludido no texto é o entón presidente da entidade, o xastre Rafael Galdo.

[15] Cf. El Vivariense, núm. 13, 31.8.1890, p. 3.

[16] Cf. El Vivariense, nº 16, 21.9.1890, p. 3.

[17] Cf. El Vivariense, nº 18, 5.10.1890, p. 3.

[18] Cf. El Vivariense, nº 18, 5.10. 1890, p. 3.

[19] Cf. El Vivariense, núm. 188, 7.1.1894, p. 3. O citado Celso Varela Arizaga, (que falecería o 23 de febreiro de 1915), repetiría na presidencia da entidade en 1903, acompañado como Vicepresidente por Juan Eiroá López, Antonio Martínez Aguiar, contador, Francisco Sampedro Menéndez, tesoureiro; Francisco Fernández Regal, secretario; Cirilo Romero, Manuel Cora Rey, Andrés Vázquez Guerrero e Antonio Soto como vocais e Carlos Castrillón Correa, Francisco Rodríguez Cora, José Rodríguez Val e Francisco Antas como suplentes, reservándose o posto de Bibliotecario para Alejo Corral (Cf. El Regional, Lugo, núm. 6.921, 21.1.1903).

[20] Cf. El Regional, Lugo, núm. 4.410, 18.1.1895, p. 2.

[21] Cf. El Lucense, núm. 3.072, 29.1.1895, p. 3.

[22] Cf. El Lucense, núm. 3.123, 3.4.1895, p. 2 e El Regional, Lugo, núm. 4.4.1895, p. 2.

[23] Citado por El Lucense, núm. 3.243, 28.8.1895, p. 1.

[24] Vide GALDO, Fausto (1992): “A troula dos Armantes”, en Libro-Programa das Festas Patronais de Viveiro.

[25] Vide CANOSA, Ramón (1952): “Las casetas”, Libro-Programa. Vivero. Fiestas. Agosto de 1952.

[26] Cf. El Vivariense, núm. 223, 16.9.1894, p. 2.

[27] Cf. El Correo de Lugo, núm. 136, 16.1.1900, p. 2.

[28] Cf. El Vivariense, núm.264, 7.7.1895, p. 3.

[29] Cf. El Vivariense, núm. 305, 19.4.1896, p. 2-3.

[30] A partir de 1915, houbo programación cinematográfica máis ou menos estable e continua en Viveiro a cargo da empresa “Ideal Cinema Vivero”.

[31] Cf. Heraldo de Vivero, núm. 187, 12.9.1915, p. 2. Entre eses aspirantes estaban A. Emilio Varela, que propuxo 1.555’55 ptas., Esteban Fernández Temprano, que ofertou 1.800’80 e Benigno Fernández Regal, que ofreceu 1.701’26 ptas.

[32] Cf. Heraldo de Vivero, núm. 278, 10.6.1917.

[33] Cf. Pro-Neutralidad, Viveiro, núm. 17, 14.6.1917. O funeral e enterro do Tío Novenas tiveron lugar o día 9 de xuño. Ao día seguinte de se celebraren esas cerimonias, morrería tamén Rosa Martínez López, curmá de Pepe da Mota e irmá do cura de Santa María de Cabanas, Luís Martínez López.

[34] Así e todo, Celia mereceu a atención de historiadores como Nuevo Cal, co seu traballo “Achegas para unha historia da fotografía en Viveiro” (2004), publicado dentro do volume Viveiro. Unha historia en fotografías, 1888-1930 (Seminario de Estudos Terra de Viveiro) e na actualidade cónstanos que está a ser investigada pola nosa amiga Fernanda Padín Ogando, que mantén na Rede a páxina www.fotografaspioneiras.com e xa se ocupou doutras fotógrafas galegas precursoras como a viguesa Cándida Otero, as mindonienses Antonia Santos e Filomena Díaz, a zaragozana de orixes familiares francesas María Cardarelly (autora de dous coñecidos retratos de Rosalía de Castro) ou Corona González Santos (reporteira gráfica para a revista viguesa Vida Gallega e moi relacionada con Ribadeo, por ser terra do seu home).

[35] Cf. El Vivariense, núm. 267, 28.7.1895.

[36] Cf. El Lucense, núm. 3.919, 26.1.1898, p. 3: “De El Eco de Vivero: El pasado viernes tomaron posesión: Del cargo de Depositario de fondos municipales, D. Maximiliano Barreiro Casal. Del de Secretario del Ayuntamiento, D. Jesús González Villalba. De oficiales de la misma dependencia municipal, D. José Insúa [sic] López y D. Moisés A. Peláez Díaz. Que sea enhorabuena.

[37] Cf. El Vivariense, núm. 385, 31.10.1897, p. 2. As persoas destinatarias das 510 pesetas recadadas en total nesa ocasión foron a viúva de Juan Antonio Leal Rodríguez, a de Juan Michoso e os pais de José Mª e Jesús Carrillo González, Jesús Carrillo Taibo e Saturnina González.

[38] Cf. El Vivariense, núm. 66, 6.9.1891, p. 2.

[39] Cf. El Vivariense, núm. 66, 6.9.1891, p. 2.

[40]  Cf. El Vivariense, núm. 66, 6.9.1891, p. 2.

[41] Cf. El Vivariense, núm. 12, 24.8.1890, pp. 2-3.

[42] Cf. El Vivariense, núm. 13, 31.8.1890, p. 2.

[43] Cf. El Vivariense, núm. 16, 21.9.1890, p. 3 e El Vivariense, núm. 19, 12.10.1890, p. 3.

[44] Cf. El Vivariense, núm. 22, 2.11.1890, p. 3. O comercio aludido, que estaba dedicado aos tecidos, á pasamanería e á mercería, estaba situado no número 7 da Praza Maior.

[45] Cf. El Vivariense, núm. 65, 30.8.1891, p. 2. O mesmo rotativo informaba aos seus lectores: “Los numerosos amigos del Sr. Díaz Freijo acordaron trasladar para mañana los festejos que habían de celebrarse hoy, en señal de luto por el malogrado joven D. Laureano Insua”. Posteriormente, acollía a seguinte nota: “Se nos ruega por D. Juán A. Insua [Dorado] que demos las gracias en su nombre á todos los que han contribuído á honrar la memoria de su malogrado hijo Laureano. Con muchísimo gusto cumplimos los deseos del desconsolado padre del que fué nuestro amigo” (cf. El Vivariense, núm. 66, 6.9.1891, p. 3).

[46] Seu irmao Eladio Vicente era entón médico do Hospital da Caridade, en cuxa capela o propio Laureano Ínsua fixo algúns traballos de decoración.

[47] Cf. El Vivariense, núm. 66, 6.9.1891.

[48] O propio José Antonio García Meitín morrería pouco tempo despois, con tan só 26 anos de idade, concretamente o 21 de decembro de 1892. Ao día seguinte do enterro, que tivo lugar o día 22, morría tamén, en tráxica sucesión, seu irmao o médico Eladio Vicente.

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